Sacco & Vanzetti, porque la anarquía no ha muerto…
Texto de Carlos Olalla. Extraído de su blog "La placenta del universo". http://clandestinodeactores.com/laplacenta/
23 enero, 2011 Nicola  Sacco y Bartolomeo Vanzetti eran dos trabajadores de origen italiano  que, a principios del siglo XX, emigraron a EEUU buscando una nueva  vida.
Nicola  Sacco y Bartolomeo Vanzetti eran dos trabajadores de origen italiano  que, a principios del siglo XX, emigraron a EEUU buscando una nueva  vida.Eran pobres, eran italianos y, por encima de todo, eran anarquistas. Acusados de un crimen que no cometieron, fueron condenados a muerte en una farsa de juicio donde desaparecieron pruebas y no se admitió el testimonio de otro preso que sí había participado en el atraco del que les acusaban que demostraba que ni Sacco ni Vanzetti participaron en él. Fueron ejecutados en la silla eléctrica el 23 de agosto de 1927, a pesar de las protestas de millones de personas en todo el mundo. En 1971 el director italiano Giuliano Montaldo llevó su historia al cine en una de las películas más impresionantes que he visto jamás.
Aquí tenéis el trailer de la película  para que los que no la hayáis visto podáis haceros una idea y los que la  vísteis en su momento (tuvimos que esperar a que Franco muriese para  poder verla en nuestros cines), la recordéis.
La película, en forma de docudrama,  cuenta la verdadera historia de aquel proceso, de aquel crimen de estado  contra dos inocentes cuyo único pecado fue haber querido construir un  mundo  nuevo, un mundo libre y justo donde no cupiera la injusticia, y muy  especialmente la que origina todas las demás injusticias: la explotación  del hombre por el hombre. Dos actores italianos dan vida a Sacco y  Vanzetti. Gian María Volonté, uno de los actores más grandes de la  historia del cine, encarna magistralmente a Bartolomeo Vanzetti, el  espigado y bigotudo pescadero que intentaba cambiar el mundo desde su  humilde carrito de venta ambulante participando activamente en todas las  asambleas y manifestaciones del incipiente movimiento anarquista que  había llegado a los Estados Unidos de la vieja Europa donde,  especialmente en España, tenía unas raíces muy profundas en aquella  época. De oratoria fácil, Vanzetti era un líder carismático  absolutamente comprometido con sus ideales. Riccardo Cucciolla, un actor  italiano poco conocido en nuestro país, es Nicola Sacco, en una  interpretación que para mí se encuentra, sin duda,
mundo  nuevo, un mundo libre y justo donde no cupiera la injusticia, y muy  especialmente la que origina todas las demás injusticias: la explotación  del hombre por el hombre. Dos actores italianos dan vida a Sacco y  Vanzetti. Gian María Volonté, uno de los actores más grandes de la  historia del cine, encarna magistralmente a Bartolomeo Vanzetti, el  espigado y bigotudo pescadero que intentaba cambiar el mundo desde su  humilde carrito de venta ambulante participando activamente en todas las  asambleas y manifestaciones del incipiente movimiento anarquista que  había llegado a los Estados Unidos de la vieja Europa donde,  especialmente en España, tenía unas raíces muy profundas en aquella  época. De oratoria fácil, Vanzetti era un líder carismático  absolutamente comprometido con sus ideales. Riccardo Cucciolla, un actor  italiano poco conocido en nuestro país, es Nicola Sacco, en una  interpretación que para mí se encuentra, sin duda,  entre  las mejores que he visto en toda mi vida. Aquel año ganó el premio a la  mejor interpretación en el festival de Cannes por este inolvidable  papel. Una interpretación contenida, tremendamente sutil, llena de  matices, que nos acerca a la difícil personalidad de Nicola Sacco, un  hombre humilde y tímido, introvertido, zapatero de profesión, que dedica  por entero su vida a lo que más ama en el mundo: su mujer, su  pequeño hijo Dante, y la revolución anarquista, una revolución por la  que lucha activamente en la clandestinidad, en las fábricas, en las  calles y en las asambleas. El es consciente de que no tiene un verbo  fácil como el de Vanzetti, de que no es un gran orador, por eso durante  toda su vida siempre ha hecho su trabajo en un segundo plano, ajeno  a cualquier afán de protagonismo, y por eso sus intervenciones en el  juicio, venciendo su irresistible timidez, son parcas pero tremendamente  certeras. No dice ni una palabra de más, pero tampoco se calla  ninguna.
entre  las mejores que he visto en toda mi vida. Aquel año ganó el premio a la  mejor interpretación en el festival de Cannes por este inolvidable  papel. Una interpretación contenida, tremendamente sutil, llena de  matices, que nos acerca a la difícil personalidad de Nicola Sacco, un  hombre humilde y tímido, introvertido, zapatero de profesión, que dedica  por entero su vida a lo que más ama en el mundo: su mujer, su  pequeño hijo Dante, y la revolución anarquista, una revolución por la  que lucha activamente en la clandestinidad, en las fábricas, en las  calles y en las asambleas. El es consciente de que no tiene un verbo  fácil como el de Vanzetti, de que no es un gran orador, por eso durante  toda su vida siempre ha hecho su trabajo en un segundo plano, ajeno  a cualquier afán de protagonismo, y por eso sus intervenciones en el  juicio, venciendo su irresistible timidez, son parcas pero tremendamente  certeras. No dice ni una palabra de más, pero tampoco se calla  ninguna. 
 mundo  nuevo, un mundo libre y justo donde no cupiera la injusticia, y muy  especialmente la que origina todas las demás injusticias: la explotación  del hombre por el hombre. Dos actores italianos dan vida a Sacco y  Vanzetti. Gian María Volonté, uno de los actores más grandes de la  historia del cine, encarna magistralmente a Bartolomeo Vanzetti, el  espigado y bigotudo pescadero que intentaba cambiar el mundo desde su  humilde carrito de venta ambulante participando activamente en todas las  asambleas y manifestaciones del incipiente movimiento anarquista que  había llegado a los Estados Unidos de la vieja Europa donde,  especialmente en España, tenía unas raíces muy profundas en aquella  época. De oratoria fácil, Vanzetti era un líder carismático  absolutamente comprometido con sus ideales. Riccardo Cucciolla, un actor  italiano poco conocido en nuestro país, es Nicola Sacco, en una  interpretación que para mí se encuentra, sin duda,
mundo  nuevo, un mundo libre y justo donde no cupiera la injusticia, y muy  especialmente la que origina todas las demás injusticias: la explotación  del hombre por el hombre. Dos actores italianos dan vida a Sacco y  Vanzetti. Gian María Volonté, uno de los actores más grandes de la  historia del cine, encarna magistralmente a Bartolomeo Vanzetti, el  espigado y bigotudo pescadero que intentaba cambiar el mundo desde su  humilde carrito de venta ambulante participando activamente en todas las  asambleas y manifestaciones del incipiente movimiento anarquista que  había llegado a los Estados Unidos de la vieja Europa donde,  especialmente en España, tenía unas raíces muy profundas en aquella  época. De oratoria fácil, Vanzetti era un líder carismático  absolutamente comprometido con sus ideales. Riccardo Cucciolla, un actor  italiano poco conocido en nuestro país, es Nicola Sacco, en una  interpretación que para mí se encuentra, sin duda,  entre  las mejores que he visto en toda mi vida. Aquel año ganó el premio a la  mejor interpretación en el festival de Cannes por este inolvidable  papel. Una interpretación contenida, tremendamente sutil, llena de  matices, que nos acerca a la difícil personalidad de Nicola Sacco, un  hombre humilde y tímido, introvertido, zapatero de profesión, que dedica  por entero su vida a lo que más ama en el mundo: su mujer, su  pequeño hijo Dante, y la revolución anarquista, una revolución por la  que lucha activamente en la clandestinidad, en las fábricas, en las  calles y en las asambleas. El es consciente de que no tiene un verbo  fácil como el de Vanzetti, de que no es un gran orador, por eso durante  toda su vida siempre ha hecho su trabajo en un segundo plano, ajeno  a cualquier afán de protagonismo, y por eso sus intervenciones en el  juicio, venciendo su irresistible timidez, son parcas pero tremendamente  certeras. No dice ni una palabra de más, pero tampoco se calla  ninguna.
entre  las mejores que he visto en toda mi vida. Aquel año ganó el premio a la  mejor interpretación en el festival de Cannes por este inolvidable  papel. Una interpretación contenida, tremendamente sutil, llena de  matices, que nos acerca a la difícil personalidad de Nicola Sacco, un  hombre humilde y tímido, introvertido, zapatero de profesión, que dedica  por entero su vida a lo que más ama en el mundo: su mujer, su  pequeño hijo Dante, y la revolución anarquista, una revolución por la  que lucha activamente en la clandestinidad, en las fábricas, en las  calles y en las asambleas. El es consciente de que no tiene un verbo  fácil como el de Vanzetti, de que no es un gran orador, por eso durante  toda su vida siempre ha hecho su trabajo en un segundo plano, ajeno  a cualquier afán de protagonismo, y por eso sus intervenciones en el  juicio, venciendo su irresistible timidez, son parcas pero tremendamente  certeras. No dice ni una palabra de más, pero tampoco se calla  ninguna. Si quieres podemos escuchar ahora uno de los temas más famosos de la excelente banda sonora que Ennio Morricone compuso junto a Joan Baez para la película. Esta canción se transformó en un himno por la libertad en los duros años 70 en todo el mundo. Su letra dice: “A vuestra salud, Niccola y Bart, siempre estaréis en el fondo de nuestro corazón, el momento final, el último, es vuestro, vuestra agonía es vuestro triunfo”
La película empieza con unas  escalofriantes imágenes de una brutal redada nocturna de la policía de  Boston rodadas en blanco y negro. Son redadas contra el movimiento  obrero, contra los anarquistas, que son detenidos masivamente. En 1920,  en unos pocos meses, más de  25.000  inmigrantes europeos fueron arrestados y deportados de EEUU. El  extranjero, el diferente, el que cree en un mundo nuevo y rechaza  el orden establecido, siempre ha sido considerado como una grave amezana  para el sistema, que pone en marcha toda su implacable maquinaria para  acabar con él a cualquier precio: políticos, policía, jueces, ejército…  Tampoco la guerra “sucia” ha sido ajena a esa represión. Pistoleros a  sueldo contratados por los empresarios asesinaban a los líderes obreros  que más se significaban defendiendo sus derechos. Eso es algo que ha  pasado y pasa en todo el mundo. En nuestro país pasó en las ciudades en  las primeras decadas del siglo XX; en la amazonia brasileña sigue  pasando impunemente hoy en día.
25.000  inmigrantes europeos fueron arrestados y deportados de EEUU. El  extranjero, el diferente, el que cree en un mundo nuevo y rechaza  el orden establecido, siempre ha sido considerado como una grave amezana  para el sistema, que pone en marcha toda su implacable maquinaria para  acabar con él a cualquier precio: políticos, policía, jueces, ejército…  Tampoco la guerra “sucia” ha sido ajena a esa represión. Pistoleros a  sueldo contratados por los empresarios asesinaban a los líderes obreros  que más se significaban defendiendo sus derechos. Eso es algo que ha  pasado y pasa en todo el mundo. En nuestro país pasó en las ciudades en  las primeras decadas del siglo XX; en la amazonia brasileña sigue  pasando impunemente hoy en día.
 25.000  inmigrantes europeos fueron arrestados y deportados de EEUU. El  extranjero, el diferente, el que cree en un mundo nuevo y rechaza  el orden establecido, siempre ha sido considerado como una grave amezana  para el sistema, que pone en marcha toda su implacable maquinaria para  acabar con él a cualquier precio: políticos, policía, jueces, ejército…  Tampoco la guerra “sucia” ha sido ajena a esa represión. Pistoleros a  sueldo contratados por los empresarios asesinaban a los líderes obreros  que más se significaban defendiendo sus derechos. Eso es algo que ha  pasado y pasa en todo el mundo. En nuestro país pasó en las ciudades en  las primeras decadas del siglo XX; en la amazonia brasileña sigue  pasando impunemente hoy en día.
25.000  inmigrantes europeos fueron arrestados y deportados de EEUU. El  extranjero, el diferente, el que cree en un mundo nuevo y rechaza  el orden establecido, siempre ha sido considerado como una grave amezana  para el sistema, que pone en marcha toda su implacable maquinaria para  acabar con él a cualquier precio: políticos, policía, jueces, ejército…  Tampoco la guerra “sucia” ha sido ajena a esa represión. Pistoleros a  sueldo contratados por los empresarios asesinaban a los líderes obreros  que más se significaban defendiendo sus derechos. Eso es algo que ha  pasado y pasa en todo el mundo. En nuestro país pasó en las ciudades en  las primeras decadas del siglo XX; en la amazonia brasileña sigue  pasando impunemente hoy en día.A lo largo de la película vamos viendo todo el proceso que se llevó a cabo contra Sacco y  Vanzetti.  Su detención, sus interrogatorios en presencia únicamente de la policía  y del fiscal, sin un abogado, la despreciable farsa del juicio donde un  juez racista  guiado por el odio a los inmigrantes y anarquistas hace  todo lo posible para que les condenen, la desesperada lucha del abogado  defensor, la impasibilidad de un jurado parcial y cobarde que en  solo dos horas les condenó por unanimidad, los inútiles recursos  presentados durante siete años por los comités de defensa de Sacco y  Vanzetti intentando que se admitieran las pruebas de balística y los  testimonios que probaban su inocencia, las protestas de millones de  ciudadanos en todo el mundo reclamando su inocencia, las desesperadas  peticiones de indulto y clemencia al Gobernador de Massachusetts… y su  terrible ejecución en la silla eléctrica.
Vanzetti.  Su detención, sus interrogatorios en presencia únicamente de la policía  y del fiscal, sin un abogado, la despreciable farsa del juicio donde un  juez racista  guiado por el odio a los inmigrantes y anarquistas hace  todo lo posible para que les condenen, la desesperada lucha del abogado  defensor, la impasibilidad de un jurado parcial y cobarde que en  solo dos horas les condenó por unanimidad, los inútiles recursos  presentados durante siete años por los comités de defensa de Sacco y  Vanzetti intentando que se admitieran las pruebas de balística y los  testimonios que probaban su inocencia, las protestas de millones de  ciudadanos en todo el mundo reclamando su inocencia, las desesperadas  peticiones de indulto y clemencia al Gobernador de Massachusetts… y su  terrible ejecución en la silla eléctrica.
 Vanzetti.  Su detención, sus interrogatorios en presencia únicamente de la policía  y del fiscal, sin un abogado, la despreciable farsa del juicio donde un  juez racista  guiado por el odio a los inmigrantes y anarquistas hace  todo lo posible para que les condenen, la desesperada lucha del abogado  defensor, la impasibilidad de un jurado parcial y cobarde que en  solo dos horas les condenó por unanimidad, los inútiles recursos  presentados durante siete años por los comités de defensa de Sacco y  Vanzetti intentando que se admitieran las pruebas de balística y los  testimonios que probaban su inocencia, las protestas de millones de  ciudadanos en todo el mundo reclamando su inocencia, las desesperadas  peticiones de indulto y clemencia al Gobernador de Massachusetts… y su  terrible ejecución en la silla eléctrica.
Vanzetti.  Su detención, sus interrogatorios en presencia únicamente de la policía  y del fiscal, sin un abogado, la despreciable farsa del juicio donde un  juez racista  guiado por el odio a los inmigrantes y anarquistas hace  todo lo posible para que les condenen, la desesperada lucha del abogado  defensor, la impasibilidad de un jurado parcial y cobarde que en  solo dos horas les condenó por unanimidad, los inútiles recursos  presentados durante siete años por los comités de defensa de Sacco y  Vanzetti intentando que se admitieran las pruebas de balística y los  testimonios que probaban su inocencia, las protestas de millones de  ciudadanos en todo el mundo reclamando su inocencia, las desesperadas  peticiones de indulto y clemencia al Gobernador de Massachusetts… y su  terrible ejecución en la silla eléctrica.De poco sirve que, 50 años después, otro  Gobernador de Massachusetts, Michael Dukakis, reconociera oficialmente  aquel criminal error, aquel crimen de Estado, y exonerara finalmente a  Sacco y Vanzetti.
En el video que tienes a continuación,  montadas sobre las propias palabras de Bartolomeo Vanzetti y diferentes  temas de la banda sonora de la película compuestos a partir de cartas y  escritos de ambos, puedes ver imágenes reales de la vida de los dos: su  familia, su Italia natal, la llegada a los EEUU, las luchas obreras de  la época, las redadas policiales, su entrada, esposados, en el juicio,  su abogado defensor, el juez y el fiscal, el preso cuyo testimonio les  exculpaba pero que nunca fue admitido en el juicio, las marchas de  protesta en todo el mundo, la silla eléctrica en la que les  asesinaron, su multitudinario entierro…
El único crimen que ellos cometieron fue  el de ser inmigrantes y pobres en una sociedad injusta y racista, y ser  anarquistas en un país dominado por el terror al socialismo. El  sistema,  con  su poderosos medios de comunicación a su servicio, siempre ha acusado a  los anarquistas de ser violentos, de ser asesinos, de poner bombas y de  querer destruírlo todo. Pero el anarquismo no es eso, el anarquismo es  un movimiento libertario que lucha por conseguir el definitivo fin de la  explotación del hombre por el hombre, el fin de la injusticia y de la  violencia, es un movimiento que no cree en las instituciones, sino en  los seres humanos, que está en contra de la existencia de los países-  Estado, de la propiedad privada, de los Gobiernos, de los
con  su poderosos medios de comunicación a su servicio, siempre ha acusado a  los anarquistas de ser violentos, de ser asesinos, de poner bombas y de  querer destruírlo todo. Pero el anarquismo no es eso, el anarquismo es  un movimiento libertario que lucha por conseguir el definitivo fin de la  explotación del hombre por el hombre, el fin de la injusticia y de la  violencia, es un movimiento que no cree en las instituciones, sino en  los seres humanos, que está en contra de la existencia de los países-  Estado, de la propiedad privada, de los Gobiernos, de los  jueces  y la policía, de los ejércitos y las guerras, que propugna cambiar  nuestro modelo social  haciendo que no haya ricos ni pobres, que la  producción se haga en función de las necesidades y no de la incitación  al consumo, que se repartan justamente los bienes, que la tierra y los  medios de producción sean para quienes los trabajan, que desaparezca la  alineante división del trabajo origen de toda explotación, que  desaparezcan las cárceles, los cuarteles y los conventos, que se respete  el medio ambiente, que la economía y nuestro modelo de vida sean  sostenibles… ¿Utópico?, ¿Imposible de realizar? Puede ser, pero  posiblemente la anarquía es el único modelo social en el que nuestro  mundo no está abocado irremisiblemente a su autodestrucción. La anarquía  nunca ha llegado a llevarse a cabo,
jueces  y la policía, de los ejércitos y las guerras, que propugna cambiar  nuestro modelo social  haciendo que no haya ricos ni pobres, que la  producción se haga en función de las necesidades y no de la incitación  al consumo, que se repartan justamente los bienes, que la tierra y los  medios de producción sean para quienes los trabajan, que desaparezca la  alineante división del trabajo origen de toda explotación, que  desaparezcan las cárceles, los cuarteles y los conventos, que se respete  el medio ambiente, que la economía y nuestro modelo de vida sean  sostenibles… ¿Utópico?, ¿Imposible de realizar? Puede ser, pero  posiblemente la anarquía es el único modelo social en el que nuestro  mundo no está abocado irremisiblemente a su autodestrucción. La anarquía  nunca ha llegado a llevarse a cabo,  aunque  estuvimos muy cerca durante los primeros meses de nuestra guerra civil  en los que en algunas zonas republicanas con fuerte implantación de los  movimientos libertarios se abolió la propiedad privada y se repartió  la tierra entre los campesinos, meses en los que las decisiones, todas  las decisiones, se tomaban en asambleas populares en las que todo el  mundo podía participar haciendo valer sus opiniones en una verdadera  democracia sin partidos donde cada ciudadano valía lo mismo que  cualquier otro, en un sistema en el que la decisión se acercaba al  ciudadano y a sus problemas cotidianos, y no a los políticos y sus  intereses. El anarquismo no es nuevo, era practicado por la mayoría de  las tribus indígenas del mundo entero hasta que llegó nuestra  “civilización”, nuestra estructura social, la imposición de nuestro  modelo cultural y de nuestra “democracia”… No se trata de volver a la  edad de piedra, sino todo lo contrario, de avanzar hasta convertir esta  sociedad en un modelo de convivencia justo, respetuoso con el medio  ambiente y con los verdaderos valores que nos hacen ser seres humanos:  amor, solidaridad, compromiso, generosidad, altruísmo…La semilla que  aquellos anarquistas plantaron no ha caído en tierra estéril. Muchos de  los movimientos ecologistas, feministas, Zapatista, el Foro Social y los  movimientos okupas de hoy en día tienen aquel germen que, con  intelectuales como Castoriadis, Ivan Illich, Zerzan o Murray Bookchin  han tomado el relevo de los Bakunin, Kropotkin, Tolstói, Malatesta,  Berkman, Stirner, Proudhon y tantos otros…
aunque  estuvimos muy cerca durante los primeros meses de nuestra guerra civil  en los que en algunas zonas republicanas con fuerte implantación de los  movimientos libertarios se abolió la propiedad privada y se repartió  la tierra entre los campesinos, meses en los que las decisiones, todas  las decisiones, se tomaban en asambleas populares en las que todo el  mundo podía participar haciendo valer sus opiniones en una verdadera  democracia sin partidos donde cada ciudadano valía lo mismo que  cualquier otro, en un sistema en el que la decisión se acercaba al  ciudadano y a sus problemas cotidianos, y no a los políticos y sus  intereses. El anarquismo no es nuevo, era practicado por la mayoría de  las tribus indígenas del mundo entero hasta que llegó nuestra  “civilización”, nuestra estructura social, la imposición de nuestro  modelo cultural y de nuestra “democracia”… No se trata de volver a la  edad de piedra, sino todo lo contrario, de avanzar hasta convertir esta  sociedad en un modelo de convivencia justo, respetuoso con el medio  ambiente y con los verdaderos valores que nos hacen ser seres humanos:  amor, solidaridad, compromiso, generosidad, altruísmo…La semilla que  aquellos anarquistas plantaron no ha caído en tierra estéril. Muchos de  los movimientos ecologistas, feministas, Zapatista, el Foro Social y los  movimientos okupas de hoy en día tienen aquel germen que, con  intelectuales como Castoriadis, Ivan Illich, Zerzan o Murray Bookchin  han tomado el relevo de los Bakunin, Kropotkin, Tolstói, Malatesta,  Berkman, Stirner, Proudhon y tantos otros…
 con  su poderosos medios de comunicación a su servicio, siempre ha acusado a  los anarquistas de ser violentos, de ser asesinos, de poner bombas y de  querer destruírlo todo. Pero el anarquismo no es eso, el anarquismo es  un movimiento libertario que lucha por conseguir el definitivo fin de la  explotación del hombre por el hombre, el fin de la injusticia y de la  violencia, es un movimiento que no cree en las instituciones, sino en  los seres humanos, que está en contra de la existencia de los países-  Estado, de la propiedad privada, de los Gobiernos, de los
con  su poderosos medios de comunicación a su servicio, siempre ha acusado a  los anarquistas de ser violentos, de ser asesinos, de poner bombas y de  querer destruírlo todo. Pero el anarquismo no es eso, el anarquismo es  un movimiento libertario que lucha por conseguir el definitivo fin de la  explotación del hombre por el hombre, el fin de la injusticia y de la  violencia, es un movimiento que no cree en las instituciones, sino en  los seres humanos, que está en contra de la existencia de los países-  Estado, de la propiedad privada, de los Gobiernos, de los  jueces  y la policía, de los ejércitos y las guerras, que propugna cambiar  nuestro modelo social  haciendo que no haya ricos ni pobres, que la  producción se haga en función de las necesidades y no de la incitación  al consumo, que se repartan justamente los bienes, que la tierra y los  medios de producción sean para quienes los trabajan, que desaparezca la  alineante división del trabajo origen de toda explotación, que  desaparezcan las cárceles, los cuarteles y los conventos, que se respete  el medio ambiente, que la economía y nuestro modelo de vida sean  sostenibles… ¿Utópico?, ¿Imposible de realizar? Puede ser, pero  posiblemente la anarquía es el único modelo social en el que nuestro  mundo no está abocado irremisiblemente a su autodestrucción. La anarquía  nunca ha llegado a llevarse a cabo,
jueces  y la policía, de los ejércitos y las guerras, que propugna cambiar  nuestro modelo social  haciendo que no haya ricos ni pobres, que la  producción se haga en función de las necesidades y no de la incitación  al consumo, que se repartan justamente los bienes, que la tierra y los  medios de producción sean para quienes los trabajan, que desaparezca la  alineante división del trabajo origen de toda explotación, que  desaparezcan las cárceles, los cuarteles y los conventos, que se respete  el medio ambiente, que la economía y nuestro modelo de vida sean  sostenibles… ¿Utópico?, ¿Imposible de realizar? Puede ser, pero  posiblemente la anarquía es el único modelo social en el que nuestro  mundo no está abocado irremisiblemente a su autodestrucción. La anarquía  nunca ha llegado a llevarse a cabo,  aunque  estuvimos muy cerca durante los primeros meses de nuestra guerra civil  en los que en algunas zonas republicanas con fuerte implantación de los  movimientos libertarios se abolió la propiedad privada y se repartió  la tierra entre los campesinos, meses en los que las decisiones, todas  las decisiones, se tomaban en asambleas populares en las que todo el  mundo podía participar haciendo valer sus opiniones en una verdadera  democracia sin partidos donde cada ciudadano valía lo mismo que  cualquier otro, en un sistema en el que la decisión se acercaba al  ciudadano y a sus problemas cotidianos, y no a los políticos y sus  intereses. El anarquismo no es nuevo, era practicado por la mayoría de  las tribus indígenas del mundo entero hasta que llegó nuestra  “civilización”, nuestra estructura social, la imposición de nuestro  modelo cultural y de nuestra “democracia”… No se trata de volver a la  edad de piedra, sino todo lo contrario, de avanzar hasta convertir esta  sociedad en un modelo de convivencia justo, respetuoso con el medio  ambiente y con los verdaderos valores que nos hacen ser seres humanos:  amor, solidaridad, compromiso, generosidad, altruísmo…La semilla que  aquellos anarquistas plantaron no ha caído en tierra estéril. Muchos de  los movimientos ecologistas, feministas, Zapatista, el Foro Social y los  movimientos okupas de hoy en día tienen aquel germen que, con  intelectuales como Castoriadis, Ivan Illich, Zerzan o Murray Bookchin  han tomado el relevo de los Bakunin, Kropotkin, Tolstói, Malatesta,  Berkman, Stirner, Proudhon y tantos otros…
aunque  estuvimos muy cerca durante los primeros meses de nuestra guerra civil  en los que en algunas zonas republicanas con fuerte implantación de los  movimientos libertarios se abolió la propiedad privada y se repartió  la tierra entre los campesinos, meses en los que las decisiones, todas  las decisiones, se tomaban en asambleas populares en las que todo el  mundo podía participar haciendo valer sus opiniones en una verdadera  democracia sin partidos donde cada ciudadano valía lo mismo que  cualquier otro, en un sistema en el que la decisión se acercaba al  ciudadano y a sus problemas cotidianos, y no a los políticos y sus  intereses. El anarquismo no es nuevo, era practicado por la mayoría de  las tribus indígenas del mundo entero hasta que llegó nuestra  “civilización”, nuestra estructura social, la imposición de nuestro  modelo cultural y de nuestra “democracia”… No se trata de volver a la  edad de piedra, sino todo lo contrario, de avanzar hasta convertir esta  sociedad en un modelo de convivencia justo, respetuoso con el medio  ambiente y con los verdaderos valores que nos hacen ser seres humanos:  amor, solidaridad, compromiso, generosidad, altruísmo…La semilla que  aquellos anarquistas plantaron no ha caído en tierra estéril. Muchos de  los movimientos ecologistas, feministas, Zapatista, el Foro Social y los  movimientos okupas de hoy en día tienen aquel germen que, con  intelectuales como Castoriadis, Ivan Illich, Zerzan o Murray Bookchin  han tomado el relevo de los Bakunin, Kropotkin, Tolstói, Malatesta,  Berkman, Stirner, Proudhon y tantos otros…Uno de los momentos más impresionantes de la película son las palabras que Vanzetti le  dice  al Gobernador cuando rechaza definitivamente su petición de clemencia: ”  Yo solo he solicitado un acto de justicia, pero ustedes me han  explicado una vez más que el sistema se basa en la fuerza, en la  violencia. La sociedad en la que ustedes me obligan a vivir y que yo  quiero destruir está construída sobre la violencia. Mendigar una vida  por un mendrugo de pan es violencia, la miseria, el hambre que padecen  millones de hombres es violencia, el dinero es violencia, la guerra, e  incluso el miedo a morir que todos tenemos cada día pensándolo bien, es  violencia.”
dice  al Gobernador cuando rechaza definitivamente su petición de clemencia: ”  Yo solo he solicitado un acto de justicia, pero ustedes me han  explicado una vez más que el sistema se basa en la fuerza, en la  violencia. La sociedad en la que ustedes me obligan a vivir y que yo  quiero destruir está construída sobre la violencia. Mendigar una vida  por un mendrugo de pan es violencia, la miseria, el hambre que padecen  millones de hombres es violencia, el dinero es violencia, la guerra, e  incluso el miedo a morir que todos tenemos cada día pensándolo bien, es  violencia.” 
 dice  al Gobernador cuando rechaza definitivamente su petición de clemencia: ”  Yo solo he solicitado un acto de justicia, pero ustedes me han  explicado una vez más que el sistema se basa en la fuerza, en la  violencia. La sociedad en la que ustedes me obligan a vivir y que yo  quiero destruir está construída sobre la violencia. Mendigar una vida  por un mendrugo de pan es violencia, la miseria, el hambre que padecen  millones de hombres es violencia, el dinero es violencia, la guerra, e  incluso el miedo a morir que todos tenemos cada día pensándolo bien, es  violencia.”
dice  al Gobernador cuando rechaza definitivamente su petición de clemencia: ”  Yo solo he solicitado un acto de justicia, pero ustedes me han  explicado una vez más que el sistema se basa en la fuerza, en la  violencia. La sociedad en la que ustedes me obligan a vivir y que yo  quiero destruir está construída sobre la violencia. Mendigar una vida  por un mendrugo de pan es violencia, la miseria, el hambre que padecen  millones de hombres es violencia, el dinero es violencia, la guerra, e  incluso el miedo a morir que todos tenemos cada día pensándolo bien, es  violencia.”  Me  gustaría acabar este pequeño homenaje a esos dos grandes hombres con  las palabras que Nicola Sacco escribió a su hijo Dante momentos antes de  ser asesinado en la silla eléctrica y que se escuchan en off en las  escenas de la ejecución. Vanzetti no tenía hijos, pero también su última  carta estaba dirigida al hijo de Sacco, pidiéndole que no olvidara a su  padre, que se sintiera orgulloso de ser el hijo de un hombre libre que  luchó y dio la vida por la libertad de los demás.
Me  gustaría acabar este pequeño homenaje a esos dos grandes hombres con  las palabras que Nicola Sacco escribió a su hijo Dante momentos antes de  ser asesinado en la silla eléctrica y que se escuchan en off en las  escenas de la ejecución. Vanzetti no tenía hijos, pero también su última  carta estaba dirigida al hijo de Sacco, pidiéndole que no olvidara a su  padre, que se sintiera orgulloso de ser el hijo de un hombre libre que  luchó y dio la vida por la libertad de los demás. Esa  última carta que escribió Nicola Sacco dice: “Querido hijo, sueño con  vosotros noche y día, y no sé si lo mío es vida o muerte. Quisiera  abrazaros a tí y a tu madre. Perdóname, hijo mío, por esta muerte  injusta que te deja sin padre a tan tierna edad. Podrán quemar nuestros  cuerpos pero no podrán destruir nuestras ideas, ésas quedarán para los  jóvenes del futuro, para los jóvenes como tú. Recuerda, hijo mío,  comparte la felicidad con los demás, no la guardes para ti solo, intenta  comprender al prójimo con humildad, ayuda a los débiles, ayuda a los  que lloran, a los perseguidos, a los oprimidos, ellos son tus mejores  amigos…Adiós, esposa, hijo mio, camaradas”
Esa  última carta que escribió Nicola Sacco dice: “Querido hijo, sueño con  vosotros noche y día, y no sé si lo mío es vida o muerte. Quisiera  abrazaros a tí y a tu madre. Perdóname, hijo mío, por esta muerte  injusta que te deja sin padre a tan tierna edad. Podrán quemar nuestros  cuerpos pero no podrán destruir nuestras ideas, ésas quedarán para los  jóvenes del futuro, para los jóvenes como tú. Recuerda, hijo mío,  comparte la felicidad con los demás, no la guardes para ti solo, intenta  comprender al prójimo con humildad, ayuda a los débiles, ayuda a los  que lloran, a los perseguidos, a los oprimidos, ellos son tus mejores  amigos…Adiós, esposa, hijo mio, camaradas” 
 
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